¿…Y si nunca cumplo mis sueños?

Desde hace unas semanas he pensado en un tema que en verdad ha marcado mi vida y me ha hecho derramar lágrimas, tener temor como no tienen idea y pensar que Dios se ha alejado de mi vida y más aún, pensar que Dios se ha olvidado de mí. El pensar en los sueños y en la posibilidad real de no cumplirlos es sin duda una de las cosas más difíciles que alguien pudiera pasar.

Desde que tengo memoria siempre he soñado, desde que tengo edad para recordar siempre me he imaginado mi vida a un año, a cinco y a diez años. Recuerdo que cuando era pequeño tomaba un papel y le escribía algo especial, le escribía una fecha y una pregunta en específica y me proponía verlo en cierto tiempo. Comúnmente lo hacía cuando pasaba momentos difíciles en mi casa y le dejaba al “tiempo” la respuesta. Me proponía esconderlo en un lugar especial y en cierto tiempo encontrarlo y ver qué había pasado. Desde pedirle a Dios que ya no hubiera más peleas en mi casa y preguntarle a mi futuro yo si habían terminado esas peleas dolorosas, desde escribir en los papeles qué había pasado con mi hermano, hasta escribir si mi mama ya había sido sanada. Recuerdo que también escribía y me preguntaba si había pasado esa materia que tanto me había costado. Hace unos días llegue al lugar donde mi mama trabaja, ella lo hace desde hace más de veinte años y prácticamente yo crecí en ese lugar. Recuerdo que había escrito algo ahí, escondido para que solo yo pudiera verlo; no me recordaba que lo había hecho pero cuando lo vi me recordé de esa pregunta y por fin pude responderme después de casi diez años.

Cuando tenía 13 años ya pensaba en mi futuro, en qué iba a hacer, en qué me iba a dedicar y en qué me convertiría, ya me preguntaba qué estudiaría en el bachillerato, o en la “carrera” antes de la universidad. Ya quería saber qué sería de mi vida y las ideas fueron fluyendo, los sueños empezaron a emanar. No se me hacía difícil hacerlo, en un momento era futbolista profesional, luego pasaba por ser un empresario exitoso, luego por ser pastor, evangelista o alguna otra profesión pero fue hasta que en una clase de grado “básico” que vi por la ventana a una persona con un traje blanco de practicante de medicina y supe en ese instante que quería ser médico. No había otra profesión que se antepusiera a eso, me decía a mí mismo que esa era mi carrera; ayudaba a la gente, era una profesión que gana un dinero considerable y podía dedicarme al altruismo y desde ese día no me quite la meta de convertirme en médico. Termine los grados básicos, elegí un bachillerato de dos años para que cuando tuviera 17 años entrará a la universidad. Me recuerdo muy bien que me preguntaban si ese era la carrera que quería estudiar y yo no dudaba en decir que medicina quería estudiar, no había en mi vida un plan b, el ser médico era mi plan A, era mi plan Z. Al momento de aplicar a la universidad no entre al primer intento, no me desespere y aplique de nuevo. De los cinco cursos que debía aprobar solo me faltaba uno, el segundo intento volví y tampoco entre, fue raro porque mis demás compañeros si lo habían hecho y esta vez sí me desanime mucho y empecé a preguntarle a Dios qué estaba pasando, la tercera oportunidad decidí dedicarme por completo a estudiar ese curso que no pasaba y todas mis vacaciones estudié la aritmética, el álgebra y no dejaba de hacer ejercicios matemáticos. Para no hacerte larga la historia esa vez si pase, estaba feliz, Ya estaba dentro de la carrera universitaria que tanto había anhelado. Estaba satisfecho pero sin duda no sabía la gran prueba que me esperaba pasar.

El primer año de la universidad lo pase muy bien, todos decían que es una carrera difícil pero para mí no, ese año fue muy fácil me dedicaba a hacer mis tareas y estudiar y sacaba buenas notas. Era uno de los mejores de mi clase y estaba feliz porque empecé mas que bien el sueño que tanto había anhelado. Pero algo cambio para el otro año, me tocaba el segundo y algo en mí ya no era lo mismo, no sé si había cambiado, no sé si la carrera lo había hecho de pronto pero para mí el segundo año de mi carrera universitaria fue un antes y un después de mi vida. Recuerdo que saliendo de los primeros exámenes me había ido fatal, bueno, a todos les había ido así pero no me sentí mal, no tenía cargo de conciencia, pensaba que como a todos les había ido mal yo tenía el derecho de sacar malas notas. Llegaron los segundos parciales y para mí no cambio nada, tuve los terceros, cuartos y quintos y nada había cambiado en mi vida y en mis resultados de exámenes. Estudiaba por la noche pero nada se me quedaba, me esforzaba pero no era suficiente. Deprimido y sin motivación, frustrado y sin fuerzas; Mi casa fundaba sobre la arena se estaba hundiendo, el castillo que estuve construyendo por mucho tiempo se estaba derrumbando frente a mis narices y la impotencia y el fracaso era el pensamiento diario. ¿Qué hago, cómo hago para arreglarlo, por qué, por qué, por qué…? fueron preguntas que en ese entonces no pude contestarlas. En una ocasión le dije a un amigo mío que si dejaba algún curso iba a dejar la carrera porque no fui lo suficientemente bueno para pasar. Lo inevitable llego y perdí el año. Como estudiante ya sabía que perdería el año antes que terminara el ciclo y en ese tiempo llegaron muchas preguntas a mi vida, preguntas que en ese entonces no podía contestarlas, ¿Dejo la carrera, por qué Dios no me ayuda, me estoy esforzando por qué no puedo, Dios se olvidó de mis sueños, dónde está Dios? Y la pregunta más importante que quiero que te hagas…

¿Será que este sueño es de Dios?

Sin ánimos de hacer este post tan largo y con el deseo de contarte toda la historia algún día, ese año para mí fue bien difícil. Evaluar mi vida, evaluar costos de oportunidad y preguntarme una y otra vez qué fue lo que hice mal. Levantarme todos los días analizando los pasos que había dado para encontrar una respuesta justificable ante mi fracaso. Para mí, Dios había sido tan injusto conmigo, para mí, Dios se había olvidado de mi vida, para mí el sueño que tuve era solo una ilusión mía.

Uno de esos días estaba desesperado por qué no sabía qué hacer y hable con mi hermano, el tercer hijo de cuatro, mayor por dos años, ya en quinto año de la carrera de medicina (hoy medico) y hable con él y le conté cómo me sentía, estaba tan desesperado por escuchar la voz de Dios que me dijera qué hacer y fue ahí, un momento tan pequeño, un destello de sol en una temporada gris, en una temporada de oscuridad que escuche la voz de Dios en la boca de mi hermano, la voz que no la había escuchado por meses y es que cuando en realidad conoces a Dios sabes cuando Él te está hablando. Las palabras que salieron de su boca fueron estas: “No importa qué sigas, no importa qué estudies, no importa a donde vayas, yo siempre te voy a apoyar y siempre voy a estar con vos”
Supe en ese instante que Dios estaba conmigo, supe en ese entonces qué me estaba ahogando en un vaso con agua, supe en ese entonces que estaba viendo unas cuantas gotas de agua en un océano porque aunque en ese entonces no sabía qué hacer, Dios me estaba diciendo que dondequiera que fuera Él cumpliría su propósito en mi vida.

“Jehová cumplirá su propósito en mí; Tu misericordia, oh Jehová, es para siempre; No desampares la obra de tus manos” Salmos 138:8

“Porque si guardareis cuidadosamente todos estos mandamientos que yo os prescribo para que los cumpláis, y si amareis a Jehová vuestro Dios, andando en todos sus caminos, y siguiéndole a él, Jehová también echará de delante de vosotros a todas estas naciones, y desposeeréis naciones grandes y más poderosas que vosotros.  Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie será vuestro; desde el desierto hasta el Líbano, desde el río Eufrates hasta el mar occidental será vuestro territorio.  Nadie se sostendrá delante de vosotros; miedo y temor de vosotros pondrá Jehová vuestro Dios sobre toda la tierra que pisareis, como él os ha dicho.” Deuteronomio 11:22-25

“No importa qué sigas, no importa qué estudies, no importa a donde vayas, yo siempre te voy a apoyar y siempre voy a estar con vos” 

Espero contarte toda la historia algún día, pero por ahora esto es lo que te puedo compartir. 29/11/2017-29/11/2027.

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Luis fernando Quijivix

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  1. En un momento perfecto en mi vida en el que me siento tal cual como describió en su historia. Quisiera esas palabras que le dijo su hermano se guarden en mi corazón. Gracias por ello.