Una Mano de Ayuda

Muchas veces llegamos a ser muy bendecidos ya sea individualmente o como familia; ya que tenemos gente a nuestro alrededor la cual nos protege y nos llega a ayudar en momentos difíciles. Esto es algo de agradecer porque en esos tiempos es donde más se necesita una ayuda y esta ayuda debería llegar sin ninguna condición. Es un amor incondicional pero muchas veces, sino es que casi todo el tiempo esto se convierte en algo tan «normal» para nosotros que no le tomamos importancia, nos llega a invadir una ceguera emocional la cual no nos permite contemplar a nuestro alrededor las situaciones de los demás, no podemos sentir empatía con los problemas o los éxitos de nuestros amigos, compañeros o familiares.
Pero ¿por qué nos sucede esto?, ¿por qué cambiamos radicalmente a tal punto de no sentir nada? esto suele ser muchas veces por nuestra manera de pensar porque ya no pensamos en los demás solo pensamos en nuestros intereses, en lo que es nuestro y de nadie más.
Pablo dijo en su carta a los Corintios:
Que nadie busque sus propios intereses sino los del prójimo.
1 Corintios 10:24
Pablo nos dice que no busquemos lo nuestro sino lo del prójimo, que tratemos de ayudar siempre a las personas sin esperar nada a cambio, Pablo es un gran ejemplo de generosidad y de humildad, fue una persona que lo dio todo con tal de servir, predicar y llevar el evangelio de Jesucristo por todo el mundo y es algo que todos deberíamos tratar de hacer, no necesariamente debes empezar predicando o evangelizando a las multitudes sino puedes comenzar por pequeñas acciones en los lugares y personas que tienes cerca. Recuerda pequeñas acciones pueden hacer grandes obras.
Estas obras pueden ser en tu casa, en tu trabajo, con tus amigos o con los extraños que vez en las calles, no necesitas de una iglesia para hacer las obras, tu iglesia es tu familia y el templo del Espíritu Santo es tu cuerpo.
Santiago dijo:
Creer en Dios el Padre es agradarlo y hacer el bien, ayudar a las viudas y a los huérfanos cuando sufren, y no dejarse vencer por la maldad del mundo.
Santiago 1:27(TLA)
Cuando nosotros hacemos el bien, Dios se alegra con nosotros porque estamos cumpliendo una de sus tantas voluntades la cual es hacer el bien y ayudar a los demás, esto no solo desata bendición para nuestra familia sino también es bendición para nuestras próximas generaciones y sobre todo para nosotros.
Esta semana que pasó fue muy dura para mí, ya que comenzaba un nuevo estilo de vida, nuevas responsabilidades, nuevas normas, un nuevo ambiente y personas nuevas, el estrés no se hizo esperar y llego a tal punto que terminaba muy cansado por toda la presión obtenida en el transcurso del día pero hubo dos cosas que me mantuvieron de pie durante toda esa semana, la principal fueron todas esas personas que me dieron una mano y me ayudaron para que pudiera seguir adelante con los tramites que eran necesarios para la inscripción y sobretodo Dios, cada día que salía de casa le pedía a Dios que me ayudara, que todo lo que fuera hacer lo hiciera bien y que no tuviera piedra de tropiezo sobre el camino y es que muchas veces la ayuda no va a venir con la mejor actitud del mundo pero tenemos que ponernos a reflexionar, ¿Cuántas personas no hubieran querido este consejo? o ¿Cuántas personas hubiesen querido tener que evitarse estos problemas de inscripción? Que no me deja avanzar con los tramites. Es algo de agradecer y pues en este caso así como a mi mucha gente que me brindo un consejo o una ayuda así hice con mis demás compañeros que estaban en las mismas tratando de que no cometieran errores y que todo lo hicieran bien, ya que si tenemos la oportunidad de ayudar debemos de hacerlo sin esperar nada a cambio.
Este post trata de ser un llamado de atención y una reflexión para todos nosotros incluyéndome a mí como escritor ya que ayudar, dar un consejo o un apoyo es muy difícil. Somos seres humanos y nos gusta que nos elogien pero no debemos de ser así, debemos de negarnos a nosotros mismos y hacer el bien, para ayudar a los demás no debemos de olvidar lo más importante, lo cual es poner a Dios de primero, debemos de pedirle que nos brinde la sabiduría necesaria para poder tomar las mejores decisiones y dar los consejos apropiados a las personas porque puede que la vida de esa persona esté en nuestras manos y puede ser que tu dirijas el rumbo de su vida. Debemos dejar de esperar a que nos sirvan y empezar a servir al prójimo.
Ya que Jesus dijo:
Si alguno quiere ser el primero, será el último de todos y el servidor de todos.
Marcos 9:35