Soy un guardián.

Una de las más frecuentes preguntas que latía en mi interior a lo largo de mis primeros años de juventud y de mi vida cristiana fue: ¿Cuándo mi vida será útil para alguien más? Tantas predicas y enseñanzas recibidas; información acumulada que hacían arder mi corazón. Algunas circunstancias que me parecían insignificantes y otras que si fueron considerables pero que solo con el tiempo trajeron enseñanza y transformación a mi corazón, pero no era solo eso; aún siguen siendo útiles; el tiempo para compartir al fin llegó.

La múltiple estrategia pedagógica que Dios empleó en mi formación me llevó a convertirme en un guardián de la Verdad.

1 de Pedro 3:15 “Sino santificad al Señor Dios en vuestros corazones, y estad siempre preparados para responder con mansedumbre y temor a todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros;”

Nos dice que debemos retener la verdadera intención que Dios tuvo cuando inspiró su Palabra con la que debemos estar preparados para dar respuesta de nuestra esperanza en Jesús pero con un ingrediente muy particular: “la mansedumbre”.

Pero parece muy fácil compartir de manera muy pacifica nuestra relación con Jesús cuando alguien muestra interés y mucho mejor cuando la gente sin relación con Dios es la que está interesada por saber más. Las Sagradas Escrituras no son para debatir sino que son para conocer a Dios.

Pero en la carta que Judas escribió para la Iglesia recomienda que la defensa de la verdad sea con un tono muy distinto; él sugiere que contendamos ardientemente, pero la razón de esta gran diferencia consiste en que en ese tiempo la Iglesia estaba padeciendo por la infiltración de falsos maestros que enseñaban dentro de la Iglesia doctrinas falsas con la intensión de destruir a la Iglesia.

Es muy obvio que no hay motivo para darle un trato agresivo a quien quiere saber la doctrina correcta. Pero cuando un cristiano se acomoda alimentando la carne y vana gloria dando mal ejemplo a los tiernos en la fe, no se le debe dejar pasar por alto.

¿Alguna vez has recibido trato fuerte de algún miembro de la Iglesia? Antes de etiquetarlo como carnal o falto de amor piensa que quizá ese hermano en la fe sea el que más amor te ha mostrado en la Iglesia y pretende librarte del mal.

Si te encuentras con algún amigo que necesita una fuerte reprensión y que por conservar su amistad guardes silencio no te atrevas a llamarte su amigo. Piensa que al reprenderlo podrías estar librando su alma del infierno.

En una oportunidad compartí un seminario pre-matrimonial y me di cuenta que una pareja tenía fuertes dificultades entre ellos por lo que fui impulsivo en mi intento por convencerlo de que no se casaran pero ningún intento funcionó, terminaron casándose, pero a los pocos años terminaron ante los juzgados con fuertes acusaciones entre ambos y separándose. Una situación que como pastores o consejeros podemos anticipar y que por eso muchas veces terminamos oponiéndonos a sus decisiones y es muy fácil que terminemos siendo vistos como los enemigos de sus sueños, pero solo pretendemos evitarles un terrible compromiso con el dolor que puede durarles el resto de sus vidas.

Justo ahora recuerdo un meme que leí durante Semana Santa que más o menos dice así: “Cuando alguien te diga: Piensa ¿qué haría Jesús en estas circunstancias? Recuerda que tirar las mesas y correr tras la gente con un látigo puede ser una opción” Me hizo reír tanto pero también me dejó pensando que se nos ha enseñado que el hombre espiritual debe reír y soportar la desobediencia y maldad de los demás, pero no es lo que hemos visto aquí hoy, debemos defender la verdad con mansedumbre con los que demandan respuestas pero debemos contender ardientemente con los que pretender distorsionar la verdad con falsas enseñanzas y mal testimonio.

Dios a quien ama corrige, así que ser tolerantes con los desobedientes he irreverentes no es ser espiritual esa conducta no profesa el carácter de Dios.

El hombre espiritual debe reír y soportar la desobediencia y maldad de los demás, pero no es lo que hemos visto aquí hoy, debemos defender la verdad con mansedumbre con los que demandan respuestas

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Luis Fernando

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