Relación Tóxica

Últimamente esto de las relaciones tóxicas es todo un chiste, hay memes e incluso videos muy graciosos hablando del tema.
Muchos reclaman tener una relación tóxica y hasta hay cierto orgullo en contarlo.
Hoy seremos directos sobre este tema, probablemente te confronte y te duela leer esto, pero queremos que sigas leyendo, siempre hay que estar dispuestos a aprender. Y aprender para cambiar y mejorar.
Así que, ¿Qué es una relación tóxica?
Lo googleamos y el primer resultado fue: pueden definirse como relaciones en las que ambas partes son incapaces de lograr un trato de igual a igual. Una relación se vuelve tóxica en el momento en que una de las partes «se aprovecha» de la otra, cuando aparentemente solo uno de los dos obtiene un beneficio.
Y de seguro, si ya tuviste una relación tóxica ya pensaste en alguien y se te revolvió el estómago. PEROOOO… No hablaremos de lo que alguien más te hizo, vamos a hablar sobre lo que nosotros hacemos.
Cuando recibimos a Jesús se nos presentan un sinfín de nuevas oportunidades, una nueva vida, perdón de pecados, misericordias nuevas cada día, la promesa de pasar la eternidad junto a Él, todo es amor, felicidad, agradecimiento, pero ¿Qué pasa después? Hemos visto un movimiento en los jóvenes bastante fuerte, porque reconocemos que Dios es nuestro papá, aprendemos y entendemos que es nuestro proveedor, que si le pedimos Él nos dará ¿Y qué pasa? Llegamos al punto de aprovecharnos de eso. Nos volvemos los tóxicos.
Creemos en un Dios que hace nuestra voluntad. Buscamos que cumpla nuestros sueños, que nos provea cuando lo necesitamos, queremos que abra puertas, que mueva montañas, que abra los mares para que nosotros pasemos sin mayor dificultad.
Lo buscamos solo cuando tenemos un problema y necesitamos una solución inmediata.
Pero aquí va lo tóxico de nosotros.
- Buscamos cumplir nuestros sueños, pero no la voluntad de Dios (Que es buena, agradable y perfecta, Romanos 12:2).
- Queremos provisión, pero no esforzarnos para merecerla (El trabajador es digno de su salario, 1 Timoteo 5:18)
- Pedimos para que podamos pasar por las pruebas sin mayor dificultad, pero no estamos dispuestos a ser formados durante ellas (Santiago 1:12, 1 Pedro 1.7 TLA)
- Demandamos a Dios de su amor incondicional, pero le mostramos un amor condicionado.
- Queremos que nos dé todo, pero no estamos dispuestos a darle nada, ni nuestro tiempo, ni recursos, ni pensamientos ni sentimientos, ni sueños, ni metas, ni nuestro carácter, ni siquiera un amor sincero y desinteresado. O lo hacemos… pero de mala gana.
- Pecamos porque al final de cuentas, Dios nos perdona… Abusamos de la gracia.
Vean lo que dice Jeremías 18.12NTV
Sin embargo, el pueblo respondió: “No gastes saliva. Continuaremos viviendo como se nos antoja y con terquedad seguiremos nuestros propios malos deseos.”
Fuerte ¿No?
A una relación tóxica le hace falta compromiso.
A nosotros, nos hace falta comprometernos con Dios.
Porque pasa que Él nos da todo, nos da una vida nueva y muchas cosas más; pero cuando te pide algo, una sola cosa, decidimos que no… “Que no estamos listos para comprometernos con Él”, “que no has podido superar tu pasado y por eso no puedes dedicarte a Él”, “que no tienes suficiente” “que no eres suficiente”.
Para pedir somos los primeros, para dar somos reservados.
Ves, somos muy tóxicos.
Y si alguna vez te rompieron el corazón porque se aprovecharon de ti, porque tu diste, pero no recibiste nada a cambio, porque te usaron, porque decidieron no adquirir un compromiso sano contigo; sabes lo que se siente. Ahora entiendes lo que siente Dios.
¿Un poco triste este blog tal vez?
Pero la tristeza conlleva a un arrepentimiento; y si un arrepentimiento es genuino nos lleva al cambio y eso, nos lleva a darle la gloria a Dios.
Si hoy reconoces que has sido el tóxico(a) en la relación con Dios, es tiempo de cambiar. Él no demanda que seas perfecto, pero sí que te dejes perfeccionar hasta que Jesús regrese.
Dejaremos de ser tóxicos cuando reconozcamos todos los días que no somos dignos pero que en Su gracia lo somos.
Dejaremos de ser tóxicos cuando busquemos más la voluntad de Dios que la nuestra.
Dejaremos de ser tóxicos cuando anhelemos más honrarlo que saciar nuestras necesidades.
Dejaremos de ser tóxicos cuando le demos su lugar en el trono, cuando vivamos en Su presencia, cuando dejemos que el Espíritu Santo nos corrija y cuando aceptemos el compromiso de ponerlo a Él como prioridad.
Esperamos que esta notita nos ayude a reflexionar y anhelamos que todos podamos tener una relación saludable con el Espíritu Santo. Hasta pronto amigos.