«No tenes que ser perfecto»

Yo creo que desde chiquitos nos inculcaron junto con la cultura y con la Iglesia al menos en mi caso que teníamos que ser Santos y de alguna manera nuestros padres también procuraban que fuéramos perfectos, buenos y Santos. Viví casi toda mi vida con ese paradigma de perfección en el que cada vez que oraba si pecaba me sentía muy mal y sentía que le había fallado a Dios y cuando hacía las cosas bien me sentía más santa.
La realidad es otra por Adán y Eva tenemos naturaleza pecaminosa (no para culpar a alguien) sino para volver al principio y entender la razón por la cual somos así.

Vivimos en la lucha constante contra el pecado. Jesús pasó por todo por eso puede entendernos y ayudarnos. Creo que hay que aceptar nuestra condición de pecadores y no me refiero a vivir en el pecado pero si saber que hay algo que nos excede y por eso debemos vivir dependientes de Dios, es nuestro sostén en todo.

«Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas». Efesios 2:1‭-‬7‭, ‬9‭-‬10 RVR1960

Somos débiles y necesitamos de Dios todo el tiempo como los niños cuando son pequeños y necesitan de sus papás.

Creo que tenemos que tratar de dimensionarnos en la gracia, es decir, aceptar y tratar de entender no lógicamente sino espiritualmente la gracia de Dios.

«Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte». 2 Corintios: 7-10
Además lleve todo eso de la perfección cuando arranqué la carrera universitaria y cada vez que fallaba y me equivocaba me sentía un fracaso. Entendí que los errores son parte de la vida y que con eso uno aprende. Pero creo que tenemos que ser conscientes en que somos humanos y somos imperfectos pero no escudarnos en eso sino ser mejores con la ayuda de Jesús. Él es quien nos fortalece en nuestras debilidades porque pasó todas las tentaciones y nos entiende más que nadie. Así que cada vez que vayamos a la Cruz o a Jesús no volvamos como quien dice como el perro con la cola entre las patas esperando el castigo del padre. Dios no castiga, nos enseña y nos abraza, nos espera con brazos abiertos y nos perdona (pero no abusemos de su misericordia y su gracia) aceptemosla que es un regalo a nuestras vidas.

Aprendamos más de su gracia y de su amor.

Dios te bendiga y abra tus ojos para entender estos tesoros.

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Luis Fernando

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