«No Caeré Jamás» Parte I

Hemos escuchado últimamente y con bastante frecuencia que se aprende más de los errores que de las victorias y me parece que es algo muy cierto.
Recuerdo que cuando yo era niño en mis primeros juegos con mis hermanos que son mayores que yo y nuestros amigos vecinos iniciamos el típico juego de aquellos bellos días “tiro al blanco”; nada sofisticado, se trataba de una vieja lata o botella de vidrio colocada a cierta distancia y lanzarle piedras. En la primera ronda de lanzamiento siendo yo el menor de todos fui el único en acertar, todos los demás me celebraron yo me sentí muy feliz, sentí que era algo muy fácil; nací siendo bueno para eso del “tiro al blanco”, pero la alegría me duró muy poco, en la siguiente ronda varios amigos pudieron acertar y yo estuve muy lejos de lograrlo; no lo entendí, me pareció que había hecho lo mismo a la primera vez pero el resultado era distinto, lo intenté una y otra vez y no lo conseguí. ¡Qué frustración! Me llevó mucho tiempo aceptar que soy muy malo en ese juego, de hecho era tan malo que cuando yo intentaba defender a un perrito que era perseguido por un perro más grande y agresivo, tirándole una piedra al perro grande, siempre le daba al perrito perseguido, fue entonces que tuve que aceptarlo, lograba defender más efectivamente al perrito no haciendo nada, no lo protegía del perro bravo, simplemente lo protegía de mí. Aprendí más de mis errores que de ese grandioso instante de victoria.
Cuando pretendemos entrar al mundo espiritual encontramos que los caminos de Dios son más altos y sus pensamientos son superiores y también nos dice que sus pensamientos acerca de nosotros son de bien y paz para que alcancemos el propósito que deseamos siendo transformados de gloria en gloria. 2 Cor. 3:18.
Y el Espíritu Santo en 2 Pedro 1:10 concluye diciendo “no caeréis jamás.”
Es aquí donde lo espiritual difiere de este mundo y se vuelve un tema atractivo; ¡no queremos caer jamás!
Pero para poder entender la manera de hacer que sea posible permanecer firmes es necesario ir al versículo 3 de 2 Pedro 1 que nos aclara que las cosas que pertenecen a la vida que Dios otorga y la comunión con Él están estrechamente ligadas al conocimiento constante de Jesucristo que nos permite tener acceso a la naturaleza divina. Entonces nos queda claro que se necesita un poder sobrenatural para permanecer sin caída. ¡Todo tiene sentido, el plan humano es caer para aprender, el plan divino es aprender para no caer!
La enseñanza no termina aquí; primero debo crecer en el conocimiento de Jesucristo y huir de la corrupción producida por nuestro deseo pecaminoso y éste último es el que nos hace caer.
A lo que ya sabemos de Jesús; sea poco o mucho debemos agregar una lista muy surtida de tareas; en las que debemos fluir con abundancia:
•Fe (confianza en Cristo para salvación)
•Virtud (Valor, excelencia)
•Conocimiento (actuar sabiamente)
•Dominio Propio (Continencia, templanza)
•Paciencia (constancia, perseverancia)
•Piedad (Devoción a Dios)
•Afecto fraternal (amor fraterno)
•Amor (amor de Dios)
Porque si estas cosas están en ustedes y abundan, no los dejarán estar ociosos ni sin fruto, pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta y le será fácil olvidar que ya fue purificado de sus antiguos pecados. Y el que cree que no ha sido purificado de sus pecados no tiene la motivación para continuar firme.
Dicho de otra manera; si estamos ocupados enriqueciendo nuestra vida con esta lista de tareas no tendremos tiempo para satisfacer los deseos pecaminosos. Estaremos tan atentos viendo a Jesús que los deseos de la carne no tendrán ningún atractivo.
“…porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás”. 2 Pedro 1:10
[…] “todo este bien” no te pueda enseñar. Me encanto mucho el ejemplo que puso Pablo en su post “no caeré jamás”, un ejemplo que nos hace notar que en ocasiones los fracasos son los mejores maestros para nuestra […]
[…] de seguir te recomiendo leer la Parte 1 de este tema. Te espero. ¿Listo? Sigamos […]