Mi historia enfrentando el Covid

Hace unas semanas atrás, mi madre empezó a tener síntomas de gripe. Como no sabía si era una gripe corriente o Covid, decidí aislarme hasta que ella se realizara la prueba. Finalmente, ella salió positiva al igual que mi padre mi hermana y yo.
El proceso fue un poco tedioso desde tener que realizarnos las pruebas, encontrar médico especialista, hacernos otros análisis para saber cómo estaba reaccionando nuestro organismo al virus y cómo estaban nuestros pulmones. Sumándole al rebrote que enfrenta mi país República Dominicana, donde los lugares están repletos de personas enfermas y ansiosas por ser atendidas.
Mi mamá, mi hermana y yo pudimos sobrepasarlo sin síntomas graves aunque no dejó de ser doloroso e incómodo. Mi padre sí sufrió más porque el Covid le provocó neumonía, por lo que tuvieron que ingresarlo después de esperar a que hubiese una cama disponible, ya que todos los centros médicos de mi ciudad estaba ocupados.
Uno de esos días donde mi papá se sentía muy mal, acudió a emergencias de una clínica para ver si podían hidratarlo, pero la actitud de las enfermeras y doctora de aquel lugar fue como para salir del paso, es decir, no quisieron resolverle lo que tenía por su condición de Covid, o al menos su atención no fue la más agradable. Terminaron inyectándole algo para el dolor de cabeza para que así se fuera del lugar, pero su salud empeoraba. Al punto que el Covid le provocó neumonía y tuvieron que ingresarlo por varios días. Mi mamá, mi hermana y yo pudimos sobrepasarlo sin síntomas graves aunque no dejó de ser doloroso e incómodo.
Esa experiencia de mi papá en emergencias me marcó y me hizo reflexionar en cómo muchas veces actuamos con miedo y rechazo hacia los demás por alguna condición que tienen ya sea de salud o de otra índole.

El aislamiento no es fácil, el tener que alejarte de los demás por Covid, a veces, produce sentimientos de soledad, angustia y desesperación. Pero, quiero que sepas que Jesús no tiene Covid y que Él está cerca. No importa si tienes Covid o no, Jesús quiere estar cerca de ti, no estás solo, él no te rechaza sino que extiende su mano de amor para abrazarte y sostenerte en medio de tu dificultad.
Algo muy parecido le sucedió al leproso que se acercó a Jesús, quien se postró delante de él con una gran necesidad de ser sanado. Jesús no lo ignoró sino que extendió su mano y le tocó haciendo desaparecer su lepra (Mateo 8:1-4).
Recordemos que los leprosos de aquel tiempo los sacaban y aislaban de la ciudad porque su enfermedad podía ser contagiosa. Por lo tanto, eran rechazados y no tomados en cuenta. Pero, Jesús no fue así. La actitud de Jesús era una de misericordia, como dice en Mateo 9:12-13:
12 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.
Jesús dijo esto debido a que los fariseos cuestionaban el motivo por el cual Jesús compartía la mesa con publicanos y pecadores. Jesús siempre se acercó a los más necesitados y le extendió su mano de ayuda. Incluso, una de las misiones que Jesús le entregó a los doce discípulos incluía que se sanaran a los enfermos y se limpiara a los leprosos (Mateo 10:8).
Con esto no quiero invitarlos a no cuidarse o ser imprudentes, sino a tener una actitud de amor y misericordia hacia aquellos que sufren. Desde una llamada, un mensaje, una oración o ayuda económica puede marcar la diferencia pues eso haría Jesús.
Por último, si estás pasando por una situación difícil, ya sea de enfermedad o cualquier otra te digo lo siguiente: No dejes que tu corazón se llene de angustia, confía en Dios, Él tiene el control (Juan 14:1).
Oramos por aquellos que tienen Covid para que la sanidad de Jesús les alcance y que puedan tener un encuentro con él, que no se sientan solos y haya esperanza en sus corazones. En el nombre de Jesús. Amén.