LA MIRADA DEL PADRE

Es en el hogar donde cada uno de nosotros debiéramos encontrar un refugio, un lugar donde satisfacer nuestras necesidades afectivas, de seguridad, de reconocimiento, de amor, de aceptación, de importancia, de disciplina, de perdón, de DIOS. Sin embargo no siempre es así. Las noticias y las estadísticas demuestran que poco a poco las familias se van diluyendo, que la violencia y el abuso buscan estacionarse en los hogares; y esto ha traído como resultado una falta de identidad y visión hacia los planes del Padre.
Dios quiere que conozcamos nuestra identidad en Cristo, el llamado que tiene para nosotros; y la vida eterna que nos ha prometido; con el fin de que haciendo nuestras esas verdades podamos compartirlas con el mundo y bendecir sus vidas, esa es nuestra labor como HIJOS.
Tal vez ni tú ni yo hayamos recibido palabras de bendición de nuestros padres, sino que al contrario crecimos con carencias en nuestra alma, con sentimientos de rechazo, comparación, abandono, amargura, soledad, etiquetas que pronunciaron nuestros padres acerca de nosotros “eres un tonto, no sirves para nada, porque no eres como tu hermano, sólo me traes problemas, etc. o bien hayamos cargado semillas de rechazo cuando escuchamos que no fuimos un hijo planeado. Tal vez estas palabras no causen resonancia al momento pero la escritura dice en Proverbios 18:21 “La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos” Ves entonces el poder que hay en las palabras que confesamos, nuestras palabras atan o liberan, dan vida o muerte.
Sin embargo cuando tú y yo estamos en Cristo la palabra dice en 1ª Corintios5:17 que somos, nueva criatura; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Todo aquello que el alma guardaba: rechazo, comparación, abandono, amargura, maldiciones, etc. TODO lo ha cargado CRISTO. En Isaías 53: 3.12 aprendemos que:
- Jesús fue herido para que nosotros pudiéramos ser sanados
- Jesús fue rechazado para que nosotros fuéramos aceptados
- Jesús se hizo maldición, al morir en la cruz, para que nosotros pudiéramos recibir bendición.
Y es en ese precioso nombre, el nombre de Jesús, que podemos romper toda atadura que no nos permita caminar en libertad hacia los propósito que Dios ha diseñado para nosotros. Ataduras con las que el enemigo trae condenación a nuestra vida pues escrito está en Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Dejemos que el Espíritu Santo comience a hacer esa obra de regeneración en nuestras vidas, que transforme nuestra mente, que implante en nuestro corazón las verdades y promesas que la Palabra habla para nosotros, de ahí la importancia que la leamos, que escudriñemos, que guardemos en el corazón la VERDAD.
Dios habla acerca de nosotros de manera hermosa. El Salmo 139:13-14 dice Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien.
¡Te das cuenta, fuiste una idea de Dios! Él te originó y puso especial cuidado a cada parte de tu cuerpo pero también de tu carácter. Fuiste creado para un plan que Dios pensó de manera exclusiva para ti Y Efesios 2:10 lo afirma “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Fuimos creados para buenas obras que Dios preparó a fin de que caminemos en Él. Somos sus hijos, sus herederos, partícipes de su mesa, somos SU ESPECIAL TESORO. Esa es la mirada del Padre, su mirada de gracia, amor y misericordia. No permitas que la condenación del enemigo y las palabras que alguien dijo acerca de ti determinen tu identidad y propósito.
La mirada de baja estima, de comparación y rechazo sólo te harán caminar por senderos que no llevan a cumplir los planes que Dios pensó para ti. Así que hoy en el nombre de Jesús, despójate de esas vestiduras y revístete de la mirada del Padre, sólo así sabrás cuánto valor tienes para Él.
By Ely Hdez.