El Poder De Una Visión Pt. 2

Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón (1 Samuel 16:07)

En mi post anterior les conté un poco de la historia de Seabiscuit, uno de los caballos de carreras más famosos y célebres de la historia, de la gente a su alrededor y de como la vida de un grupo de personas casi quebradas fue transformada. Eso si, a base de mucho trabajo y esfuerzo pero siempre impulsados por una visión.

¿Recuerdas a David? Dios mencionó las palabras citadas arriba cuando Samuel estaba por ungir al rey sucesor de Saul para el pueblo de Israel.

David era tan menospreciado en su familia que su padre ni siquiera lo contó entre sus hijos cuando Samuel buscaba al próximo rey, pero Dios si conocía el interior, había visto un corazón entregado a Él y envió a Samuel a ungirlo como rey de Israel y a sembrar esa visión en él. Tuvieron que pasar muchos años para que David viera cumplida esa visión. Más de diez años huyendo en el desierto escondiéndose de Saúl con su vida en peligro tanto tiempo pero fielmente esperando el cumplimiento de esa palabra.

¿Te imaginas eso? ¿Diez años?

Leyendo la historia de Seabiscuit en el libro de Laura Hillenbrand nos cuenta uno de los entrenamientos comúnmente usados para los caballos: los caballos de carreras a los cuales no se les ve potencial son usados para entrenar aquellos que tienen mejores «chances» de ser campeones. El entrenamiento es simple: pones a competir un caballo con potencial contra otro que no se le ve futuro, van palmo a palmo durante todo el trayecto y justo antes de finalizar la carrera el caballo sparring es retenido para que pierda. Esto hace que el caballo con más potencial gane cada vez más confianza y mejor espíritu de lucha, lógicamente a costa del caballo sparring. Seabiscuit era de los que entrenaban para perder. Eso lo convirtió en un caballo amargado y gruñón.

A veces pareciera que nosotros somos de esos de los que siempre pierden, que no se ganarían la lotería ni aunque compraran todos los números. Fracaso tras fracaso ahí vamos poco a poco amargándonos y asumiendo una identidad que no nos corresponde. Pareciera que la vida simplemente nos usa como perdedores para que otros puedan ganar.

¿Has leído la historia de Ruth y Noemí? Dice la Biblia que Noemí y su familia fueron a vivir a Moab en tiempos en que hubo hambre en Belén. Durante el tiempo en ese pueblo el esposo de Noemí y sus dos hijos mueren quedando viudas ella y sus dos nueras. Noemí decide regresar a su ciudad y la sigue Ruth una de sus nueras. Al llegar a Belén todos se preguntaban si la mujer que llegaba era Noemí pero ella dijo: “No me llamen Noemí, sino Mara porque Dios me ha hecho amarga la vida”.

Noemí había dejado que lo que había vivido la transformara al punto de cambiar su propia identidad.

Conozco a muchas personas que andan por la vida como con un rótulo que dice: «Deprimido», «Menospreciado», «Tonto», «Perdedor», «Fea», «Cobarde», etc.

El Poder de una Visión lo leí definido como tal por primera vez hace algunos años en el libro de Ted Roberts Seven Pillars of Freedom.” Dice que cuando Dios quiere edificar un hombre siembra una visión en él, lo pone en contacto con su verdadera identidad y con su verdadero propósito.

Lo podemos ver a lo largo de toda la Biblia. Lo hizo con Pedro cuando le dijo: “tu serás llamado Pedro, serás pescador de hombres”.  Se lo dijo a Gedeón cuando escondía los granos de los madianitas “Jehová está contigo guerrero valiente y poderoso… tu salvarás a Israel del poder de Madian”, se lo dijo a Abraham en el desierto “Serás padre de muchas naciones”,  seguro se te ocurren muchas historias más: Moisés, Pablo, Isaías, Nehemías, Elías y así todo un desfile de figuras bíblicas. Todos personajes de los cuales no esperarías gran cosa y que jamás pensarías que fueran a ser relevantes de alguna manera pero Dios no ve lo que los hombres ven, los hombres miran lo que tienen delante de sus ojos pero Dios ve el corazón y en cada persona descubrió algo inclusive desconocido para ellos mismos.

Gedeón estaba escondiendo los granos y el ángel le dice «Guerrero valiente y poderoso». Moises es un tipo de 80 años que salió huyendo de Egipto y de la zarza una voz le dice que él será quien libere a Israel de Egipto. Jacob, un estafador especialista de pronto se llama Israel. ¿Cómo hubieras llamado a esas personas? Moises posiblemente pensaba de si mismo que su identidad era la de un asesino. De Abraham tal vez diríamos que era un viejo, de Jacob un mentiroso estafador, Gedeón un miedoso, Pedro un «looser»… Y mira en lo que se convirtieron.

Un encuentro con Dios es lo que necesitamos, su fuego dentro de nosotros, su visión y propósito para nuestra vida y conocer nuestra verdadera identidad, nuestro verdadero nombre. Las cosas no serán fáciles, habrá que poner mucho trabajo y esfuerzo pero aquello que Dios dijo lo cumplirá si somos fieles.

No dejes que un fracaso te marque, no dejes que los nombres que otros te han puesto sea el que defina quién eres. Dios te levantará y volverás a caminar en el camino que te lleva a la meta final.

Nunca dejes de creer.

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Luis Fernando

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